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El nacimiento de clio

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Archivos de etiqueta: culture

LA NOBLEZA ESPAÑOLA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN

20 Jueves Nov 2014

Posted by Héctor Linares in Historia Moderna

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La Composición del estado noble

por

Héctor Linares González

Universidad Autónoma de Madrid

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Parlamentarios ingleses de la Cámara de los Lores. The House of Commons. England. Seventeenth century.

El Dr. Antonio Domínguez incide de una forma bastante notoria en el hecho de la incorporación de un determinado personaje al estamento nobiliario, y los cauces que se podían tomar para conseguir dicho fin. Según el autor, resultaba bastante fácil entrar en la hidalguía si se tenían contactos en el Concejo o en otras corporaciones locales. Explica como había formas de ser declarado hidalgo, y con ello, no ser pechero, o lo que significa, no pagar los impuestos reales. Primeramente, en los Concejos se realizaba el Padrón local, donde se producía una división entre pecheros y no pecheros, por dos razones: Fiscales y Sociales. No se podían juntar los pecheros con la nobleza porque no estaban en el mismo estamento social, y segundo, tampoco se podían unir estos dos cuerpos sociales pues uno tributaba y el otro estaba exento de ello por mercedes reales al cuerpo nobiliario.

Un elemento curioso era la demostración de la posesión de hidalguía. En 1593, Felipe II realizó una Real Cédula donde se ponían cortapisas a las nuevas concesiones de hidalguía por parte de las autoridades locales. Se ponían entonces, desde la Corona, las bases de las probanzas ( que eran los documentos y demás demostraciones que debían reunir los hidalgos para demostrar su pertenencia al estamento nobiliario) que debían presentar en el caso de querer acceder a dicho cuerpo social. Se querían revisar las solicitudes de hidalguía de los últimos 20 años en la proclamación de dicha Cédula, pues se vio que muchas de las aprobadas podrían ser irregulares, o aprobadas por los “malos modos”, y mucha razón tenía el Rey, pues era muy fácil pertenecer al estamento si se tenían buenos contactos en las corporaciones locales o si se había prosperado un poco económicamente.

“Los numerosos escándalos, cuestiones, perjurios, y sobornos, que con motivo de estas informaciones ocurrían, y aunque las pasiones particulares no pocas veces influyeran en el sentido de excluir a quienes tenían derecho, no cabe duda de que con más frecuencia influyeron en el de incluir a quienes no tenían derecho”

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Federico II de Prusia “El grande”. Cena con Voltaire.

Se dan muchos casos, pero se advierte como parte esencial que una de las mejores pruebas en los juicios para demostrar la pertenencia al estamento noble ( en Alcaldías, y Chancillerías) eran las declaraciones de los testigos. Muchas veces, por envidias o problemas con el Concejo o determinados vecinos de la localidad, se intentaba desprestigiar y quitar la hidalguía a una familia que siempre la había poseído, un ejemplo fue el de la Hidalguía de los Barrantes, cuyo juicio acabó 20 años después y con la consideración de Hidalguía por parte de los solicitantes, pero después de presentar la declaración de unos vecinos que afirmaban dicho discurso. Pocas veces se disponía, por parte de la familia de la hidalguía, de un documento real oficial que refrendase la condición de hidalguía. Las nóminas de conquistadores y repobladores, así como otros testimonios escritos, a veces tampoco estaban exentos de dudas, por lo que , en definitiva, el argumento esencial de la nobleza solía ser la posesión inmemorial, la exención de pechos y sisas, el desempeño de cargos, o la pertenencia a alguna cofradía de nobles; el vivir noblemente, y en definitiva, el haber sido reputado él y sus ascendientes como nobles. “ In commune reputatione et fama plerunque consistit”.

Las Chancillerías, que representaban a la Corona, y a la Real Hacienda, como norma general se oponía a las demandas de particulares para poder pertenecer a la hidalguía, pero en el siglo XVII, o al menos hasta este siglo, el muro era muy poco consistente, y demasiado quebradizo. Por eso, uno de los primeros cuidados de los Borbones, a partir de 1700, fue la de poner dificultades a la incorporación de nuevas familias a la hidalguía. En una Carta real, en 1703, a las Chancillerías,   se decía que un Consejo o poder local no tendría ahora la competencia de nombrar a nadie, ni incluir en padrón alguno a una personaje, como hidalgo, sin antes tener el visto bueno del fiscal de la Chancillería.

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Escena cortesana española. Carlos V Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Líder de la Casa de Austria en Yuste.

Lo que llevaba a los plebeyos a querer estar en la hidalguía no era tanto los privilegios materiales, que los había, sino más bien el interés y deseo de un ascenso social, en la sociedad del antiguo régimen el valor individual no importaba, sino la colectividad, lo plural, no importaba el nombre, sino el apellido, importaba la familia, y el linaje, y la honra, y el ascenso social como método de llevar al triunfo las aspiraciones sociales. El principal motor de la aspiración a la hidalguía era el honor. La venta de las hidalguías, que intentaron hacer Fernando el católico, y Carlos I en 1518, en momentos siempre delicados de la Hacienda Real suponían un gran problema a largo plazo, pues cuando se accedía la hidalguía ya no se pechaba, y era dinero que no entraba en las arcas reales, era pan para hoy y hambre para mañana, por eso las Cortes siempre se oponían a la venta de las hidalguías. Felipe II también intentó la venta de las hidalguías, y le supuso un gran revuelo de las Cortes en 1592. Las Cortes opinaban que era perjudicial por dos motivos, uno porque accedía a las hidalguías gente que no era digna de ser noble, y eso a la nobleza le molestaba en exceso, dado que entraba gente en su estado que ensombrecía al propio estamento privilegiado, y segundo, molestaba a la plebe, que se sentía marginada porque los que tenían ingresos mayores si tenían opciones de prosperar y ellos no. Siempre las Cortes desaconsejaban la venta de hidalguías, pero los reyes intentaban en momentos tormentosos vender las hidalguías para conseguir algún aumento en las arcas reales. Felipe III lo hizo en 1622, un año después de subir al trono, y su hijo Felipe IV lo utilizó en varias ocasiones durante su reinado. Las Cortes de 1628 dieron a regañadientes consentimiento de vender las hidalguías, unas cien, a 4.000 ducados cada uno, tuvieron que pagarlas las mismas villas y ciudades de voto en Cortes a quienes se repartieron, ya no porque no hubiese quien quisiera comprarlas, sino porque las oligarquías municipales no quisieron contribuir a desacreditar más a la nobleza. Lo mismo sucedió en las Cortes de 1630 y 1632, consiguieron estas Reales Cédulas para que no se vendieran más. En 1636 se volvió a pensar en este medio como forma de financiación de la guerra, pero el Consejo de la Hacienda real lo desestimó como viable. En adelante a esa fecha solo se vendieron algunas hidalguías sueltas para atender a necesidades de la Cámara, de conventos o de personas a quienes el Rey quería favorecer. Desde la caída del Conde-Duque en 1643, la concesión de estas gracias aristocráticas que eran las hidalguías se convirtieron en hechos anecdóticos. Después de ese año las hidalguías se condecían poco y además, si se hacía eran con un valor muy por debajo del que había sido habitual en ellas. De hecho, lo normal eran los 4.000 ducados por cada una, pero llegaron a valer 7.000 y 8.000 ducados por hidalguía, pero el precio fue a la baja, como si el valor de la hidalguía fuera menguando con el tiempo y ya no pareciese atractiva su compra. En 1699, durante el reinado de Carlos II, salieron a la venta unas hidalguías por la irrisoria cantidad de 200 doblones. Aun así, durante el reinado de Felipe IV, fueron vendidas unas 102 hidalguías. Otros nobles, se reían de la forma “sucia” de la adquisición de nobleza, mediante pago, y reivindicaban la forma pura de la ascensión social, mediante la natural rama y vía de la guerra. Los verdaderos nobles, según decían, se forjan con las armas, y las numerosas guerras del siglo XVII permitieron a muchos llegar a poseer una hidalguía, de hecho, se podía conseguir una si se luchaba a caballo y se cubrían las costas del mismo personalmente.

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La familia de Felipe V. Cuadro realizado por Michel Van Loo.

El problema del estamento nobiliario, a diferencia del clero, que tiene un órgano de dirección y representación, en el Vaticano, el estamento nobiliario tiene fronteras poco sólidas, una jerarquía no demasiado bien definida y no tiene dirección alguna. En el siglo XVII el marco normal de la asociación nobiliaria eran las llamadas Cofradías de Nobles. Eran un conjunto de individuos que tenían derecho a la mitad de los oficios, o en ciertos casos, a la totalidad de los mismos. Y fue el periodo de luchas para repartirse los puestos lo que hizo que se asociaran para repartirse los puestos de una forma pacífica y ordenada, se creaban normalmente dos bandos, donde se agrupaban los distintos linajes para el turno pacífico del poder. Un ejemplo son los Doce Linajes de Soria. La mayoría de estas solo servían para la celebración de fiestas y actos protocolarios para demostrar la grandiosidad de la nobleza. Eran como clubs de lujo al que solo podían acceder unos pocos, cuando la nobleza dejo de tener la necesidad imperiosa de demostrar su posición social, la mayoría de estas cofradías cayó en el más absoluto olvido.

Pero había más ventajas por el hecho de pertenecer al estamento nobiliario:

  1. La Exención de tributos, muy disminuida durante el siglo XVII, cuando la monarquía abusó de los impuestos indirectos y con otros medios que la Corona utilizó para intentar hacer contribuir a los nobles en las arcas reales. Pero la exención de impuestos no era solo un privilegio económico, sino social, pues contribuía a crear esa barrera entre el pueblo y la nobleza.
  1. Los beneficios jurídicos: No podían ser sometidos a tormento o tortura por parte de ningún tribunal, ni la Inquisición, a no ser que fuera un crimen de Lesa Majestad o casos atroces como conspiración real, un ejemplo fue la tortura del Duque de Híjar. No podían sufrir penas afrentosas como las de azotes o ser destinados a galeras. Si eran ejecutados tenían que ser mediante mecanismos en los que mantuvieran la honra, por ello no eran ahorcados sino decapitados. No podían ser encarcelados por deudas, a no ser que estas fueran por deudas a la Hacienda Real. Si iban a prisión tenían sus propias dependencias, jamás compartían espacios con los plebeyos. Pero casi nunca iban a prisión, sino que eran confinados en castillos, monasterios, o sus propias casas o ciudades. Jamás se les podía embargar sus armas, vestidos, caballos, lechos y casas. Si se les injuriaba estaba penado por ley. Tenían jueces especiales, que eran los Alcaldes de Hijosdalgo. En lo referente a las dotes, contratos y otros aspectos civiles, también les reconocían las leyes algunas preferencias. Además tenían el gran monopolio sobre los cargos públicos más deseados, y algunos se pasaban de generación en generación, y otros eran puestos a la venta solamente con opción a compra dentro de la nobleza. Además en los Municipios, la Mitad de los puestos públicos estaban reservados a la nobleza. Además los altos puestos de la administración del Estado estaban reservados a la nobleza.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

DOMINGUEZ ORTIZ ANTONIO. Las Clases Privilegiadas en el antiguo régimen.

FLORISTAN ALFREDO. Historia de España en la edad Moderna.

PUEDE INTERESARLE:

Magnífico documental en francés acerca de la opulencia de la Corte versallesca en época de María Antonieta.

ARTÍCULO REALIZADO POR:

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HECTOR LINARES GONZÁLEZ.

Director del Blog. Graduado en Historia: Especialidad de Historia Moderna de España. Investigador becario asociado al Instituto Nacional de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

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LAS REFORMAS CULTURALES EN EL REINADO DE CARLOS III DE ESPAÑA

17 Domingo Nov 2013

Posted by Héctor Linares in Historia Moderna, Historia y Teoría del Arte

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LAS REFORMAS CULTURALES EN EL  REINADO DE CARLOS III

por

Héctor Linares González

 hector.linares@estudiante.uam.es

CARLOS III

Carlos III. Rey de España ( 1759-1788).

Las reformas en materia cultural y educacional del reinado de Carlos III[1] son unas de las más importantes de su gobierno. Carlos III fue un rey amante de la cultura y que sabía valorar de una forma  excepcional el gran papel que la cultura y la educación jugaba en la sociedad del momento, el siglos de las luces. El rey ilustrado comenzó una agenda de reformas culturales que ya habían iniciado sus antecesores en el trono, pues Felipe V y Fernando VI también fueron reyes amantes del arte, la música, la literatura, y cualquier manifestación cultural. Una de las reformas más importantes en este plano fue la creación del gabinete de historia natural de Madrid, y que para ello se mandó construir el Palacio del Prado[2], de estilo neoclásico, y realizado por el arquitecto Juan de Villanueva. El Museo albergaría esta colección de historia natural, pero luego se pensó que era el lugar perfecto para la pinacoteca real. Se creó así uno de los museo más importantes del mundo, con una de las colecciones más ricas e importantes de toda la historia.  Otra reforma importante en el plano cultural fue la creación del real jardín botánico de Madrid, concebido como espacio no solo científico sino cultural.  Ahí se plantaron especies traídas desde todas las partes del mundo, y estudiadas por prestigiosos científicos  botánicos del momento.  Además mandó construir el Real Observatorio de Atocha, uno de los centros de estudio de la astronomía más modernos de Europa. También se fundó en 1780 el Real Colegio de Cirugía y Anatomía de San Carlos, cerca de la estación de Atocha.

carlos III

Fernando VI frente al espejo. Detalle del cuadro: La familia de Felipe V.

El rey Carlos y su mujer, María Amalia, eran grandes amantes del arte. El rey Carlos III pensaba que el arte era un instrumento perfecto para transmitir el poder político de la monarquía hispánica. Con su gobierno se atrajo a grandes artistas del momento como fueron Rafael Mengs, Tiepolo, o Giaquinto.  Fueron los palacios reales los lienzos de estos grandes artistas del periodo carolino. El palacio real de Madrid se vistió de las obras de estos  autores. Una de las obras más importantes del palacio real de Madrid es “el triunfo de la monarquía hispánica”[3], realizado por Tiepolo, del mismo autor también se ven los cuadros realizados para el convento de San Pascual de Aranjuez. Tiepolo se considera el último gran pintor del barroco italiano.  Rafael Mengs fue otro artista que vino a España a trabajar a la corte del rey Carlos III, y sobre todo, para la alta aristocracia del momento. Mengs retrató a grandes personajes como el marqués de Santacruz, y a las mismísimas infantas de España. Mengs además entabló amistades con aristócratas como Azara, gracias a esta relación tenemos una gran cantidad de obras en retrato de este autor.  Dentro de las artes decorativas, Carlos III fue un gran amante del arte rococó imperante en el momento. Mandó llamar desde Italia al arquitecto e interiorista Matías Gasparini, el cual es el autor de la sala de nombre homónimo del palacio real, donde el juego de colores en mármol hace a la sala de una de las mayores joyas del palacio. Además de la época de Carlos III tenemos los Stradivarius de la colección musical real, que fueron adquiridos en el año 1775.  Es la mayor colección de Stradivarius del mundo.  Su afición por lo relojes,  que luego seguirá su hijo, hará que al palacio real de Madrid  tenga una de las colecciones más importantes de Europa. Otro hecho que ocurrió durante el gobierno de Carlos III fue la implantación de la tradición del Belén en nuestro país, pues era una costumbre napolitana que se instauró en nuestro país con la llegada de Carlos III, y de su mujer María Amalia. Se creó entonces una cultura del Belén y se empezaron a ver talleres de artesanos dedicados solamente a la creación de belenes y sus figuras.   Las bibliotecas fueron otro punto de interés de Carlos III.  La biblioteca real de Madrid otra de las preocupaciones que  Carlos III quiso fomentar. Durante su reinado  se produjo un aumento enorme de ejemplares impresos, además se dotó a la biblioteca de ejemplares manuscritos acerca de matemáticas, aritmética, botánica, medicina o lingüística española. Muchas de esas obras fueron realizadas por el sacerdote José Celestino Mutis.  Se fomento la creación y edición de libros españoles, y  se empezaron a dar las bases de la creación de la imprenta real. Se nombró bibliotecario mayor del reino a Juan de Santander, un intelectual con gran prestigio en el campo cultural.  Además con  Carlos III se fomentó el mundo taurino, y se construyeron una gran cantidad de plazas de toros en España, se hizo fiesta nacional de España.  Otro elemento cultural muy importante del reinado nuestro rey ilustrado fue el impulso de las Reales Academias. Con Felipe V se había creado la Real Academia de la Lengua, con Fernando VI, la Academia de las Artes, y con Carlos III se fomentaron estas academias, además de la la Real Academia de la jurisprudencia, de la Farmacia, de las ciencias exactas, y la Real Academia de la historia. El presupuesto de estas instituciones aumentó considerablemente.

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Escena de la película de S. Kubrick “Barry Lyndong”

En la música debemos destacar la gran difusión que se dio a la ópera. Aunque el rey Carlos III no era aficionado a la ópera, sabía que era una arte que merecía atención y difusión, y lo difundió por todo el país. Con su gobierno se construyeron gran cantidad de teatros y salas de música. Un ejemplo es el teatro de Carlos III de El Escorial. El teatro de los caños del peral de Madrid tuvo un enorme auge durante el gobierno de Carlos III. Se empezaron a interpretar obras de grandes artistas como Boccherini. El compositor italiano llegó a España en 1768, atraído por el nuevo reinado ilustrado de Carlos III. Boccherini[4] pronto comenzó a trabajar para la monarquía de Carlos III,  y estrenó en Aranjuez, en 1768, la ópera “L´Almería”. El hermano de Carlos III, el infante Don Luis, contrató a Boccherini como su violonchelista y compositor de cámara personal. El italiano vivió durante muchos años en el palacio de Boadilla del Monte, hasta que se fue a trabajar a la Corte de Federico Guillermo de Prusia.  Carlos III no entendía demasiado bien la música, pero la valoraba. A sus hijos le dio una buena educación musical con autores como el padre Soler o el músico José de Nebra. Todos sus hijos sabrán tocar perfectamente el clave.  Durante su reinado, además, se fomentó la música de cámara y la música cortesana. Destaca en este periodo el gran brillo que obtuvo la zarzuela, un género que se ha denominado como “la opera a la española”. La zarzuela tuvo un enorme auge durante su gobierno, y se creó la “tonadilla escénica”, un género que se creó en su reinado y que casi se olvidó cuando Carlos III murió.  Consistía en  composiciones musicales de una enorme carga españolista. Otros músicos de la talla de Vicente Martín y Soler, o José Herrando[5], tuvieron en la Corte de Carlos III un sitio especial, y se fomentó desde la Corona su producción musical. Martín y Soler, que fue incluso envidiado por el mismísimo Mozart, estuvo trabajando en la Corte madrileña algunos años.   A través de ese fomento de la música por parte de la Corona, muchos nobles se hicieron auténticos mecenas de la música del siglo XVIII, sobre todo de la música de cámara. Algunas familias nobiliarias como el Ducado de Osuna o el de Alba, fueron auténticos promotores de la música de cámara, con  protegidos como José Herrando.

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“La gallinita ciega” por Francisco de Goya y Lucientes.

En materia de educación hemos de nombrar su gran reforma del plan de estudios universitarios, una reforma que fue duramente contestada por instituciones como la Universidad de Salamanca. Sus cambios en el plan de estudios y de la supresión de los Colegios mayores[6] fueron posibles por la expulsión de los jesuitas[7].  Era algo fundamental, porque los que dirigían esos colegios eran, en muchas ocasiones, quienes dirigían también las grandes universidades españolas como la de Salamanca,  Granada, Alcalá de Henares, Santiago de Compostela, Valencia, Valladolid o Sevilla.  Además la mayor parte de las universidades estaban dirigidas por la iglesia.  Se redactó una ordenanza que suprimía la Junta Central de Colegios Mayores. Se establecieron inspecciones de educación en universidades, y se estableció una nueva norma para las colegios.  Esto hizo que los poderes de los Colegios fueran menguando, y se produjo la eliminación de esa élite de la educación universitaria. Se democratizó la universidad  y se alejó un poco de la doctrina de la Iglesia y de la tiranía de los Colegios mayores.  Se dieron los pasos para que la universidad fuera un servicio público, y se estandarizó el estudio universitario español. Se establecieron los libros de texto, y se fomentó el estudio de la medicina, la farmacia, la aritmética y geometría, la geografía,  la historia, el derecho, las ciencias naturales y exactas, la biología y la literatura.  Además de la reforma del plan de estudios ( 1767) , que renovó la enseñanza y las materias de las carreras, se produjo una renovación educativa en las colonias hispánicas[8]. Carlos III expulsó a los jesuitas que hacían una enorme labor cultural en América.  Carlos III quiso que los indígenas conocieran el español tanto oral como en forma escrita, y que la cultura española fuera inculcada desde la educación.  Hizo que los indios fueran admitidos en los colegios de la América española, y se fomentó el acceso a los estudios de estos personajes que no pertenecían a las élites americanas.  En 1770 se abrieron dos centros de estudios en Nueva España, de enseñanzas básicas y medias, y otro de enseñanza universitaria, donde se impartían estudios de derecho ( civil y canónico) , Teología o medicina.  Los dos grandes proyectos de reforma de la educación universitaria en la época de Carlos III fueron Pablo de Olavide, el cual introdujo la reforma en la Universidad de Sevilla, y Don Gregorio Mayans.  Ambos crearon las reformas del plan de estudios universitario del periodo carolino.  Como curiosidad decir que Olavide pensaba que los clérigos debían centrarse en dar misa y dejar la educación a un lado, pues esta debía ser laica y democrática.  Impuso un sistema de oposición para catedráticos y doctores, y una edad mínima para acceder a esos grados, dado que se veía con regularidad catedráticos con apenas 20 años cumplidos. Hemos de decir también que sin la expulsión de los jesuitas ( 1761) nada de esto se hubiera podido dar. Según los ilustrados eran un enorme obstáculo a derribar. Para los ministros ilustrados la educación superior era esencial pues era el centro donde se formarían las élites del futuro, y las nuevas generaciones de políticos y altos funcionarios del estado.  Hemos de mencionar también que la reforma educativa también afectó a la materia lingüística de lugares como el País Vasco o Cataluña. Carlos III redactó una ley por la que el catalán no debía prevalecer sobre el castellano, que era la lengua del reino. Esa ordenanza le valió muchas quejas en el principado de Cataluña.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL:

AQUERRETA, SANTIAGO, Finanzas y Mecenazgo en la España del siglo XVIII, Eunesa Ediciones,  Pamplona, 2002.

FEROS, ANTONIO. El Duque de Lerma; Realeza y Privanza en la España de Felipe III, Marcial Pons, Madrid, 2002.

FLEMING, JOHN. Historia Mundial del Arte, Akal, Madrid, 2004.

FURIÓ, VICENÇ, La Sociología del Arte, Cátedra,  Madrid, 2000.

GLENDINNG, NIGEL.,  BARÓN, JAVIER., PORTÚS, JAVIER., RUIZ, LETICIA, y otros…   El Retrato Español; Del Greco a Picasso, Ediciones Museo del Prado, Madrid, 2005.

GRIFFITHS, PAUL. Breve Historia de la Música Occidental, Akal, Madrid, 2009.

MÁRTIN MORENO, ANTONIO, Historia de la Música Española; Siglo XVIII, Alianza Musical,  Madrid, 2007.

MORÁN, JOSÉ MIGUEL, El Coleccionismo en España, Cátedra Ediciones, Madrid, 1985.

MORÁN, JOSÉ MIGUEL, Nobleza, Coleccionismo y Mecenazgo,  Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 1998.

SAMPEDRO,  JOSÉ LUIS. La Casa de Alba; Mil Años de Historia  y leyendas, de Obispo Don Gutiérrez a la Duquesa Cayetana. La Esfera de los Libros, Madrid, 2007.

FERNÁDEZ-CORTÉS, JUAN PABLO, La Música en las Casas de Osuna y Benavente ( 1733-1882) , Un estudio sobre le mecenazgo musical de la alta nobleza española.  Sociedad Española de Musicología, Madrid, 2007.

“El Renacimiento en Andalucía”. Jornadas Europeas sobre Patrimonio. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2006.

 

“El Palacio real de Madrid”, Patrimonio Nacional de España, Madrid,

ARTÍCULOS DE REVISTA

ARIAS DE SAAVERDRA ALÍAS, I. ( 1994). “La Universidad de la Ilustración: Granada y América en las reformas de Carlos III”. El reino de Granada y el Nuevo Mundo: V Congreso internacional de Historia de América, mayo de 1992. Vol. 2. Pp. 175-196.

[8] ARIAS DE SAAVERDRA ALÍAS, I. ( 1994). “La Universidad de la Ilustración: Granada y América en las reformas de Carlos III”. El reino de Granada y el Nuevo Mundo: V Congreso internacional de Historia de América, mayo de 1992. Vol. 2. Pp. 175-196.

PUEDE INTERESARLE:

Documental sobre el reinado de Carlos III de España.

ARTICULO REALIZADO POR:

Héctor Linares González.  Director del Blog.

Héctor Linares González.
Director del Blog.

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